Como tratar de explicar que he dormido a dos metros de una ventana de dos por dos metros, con cama de dos por dos metros donde sobraban más de cien de ellos. Al alcance un simple clic a la terraza donde oía al lago ness durmiendo a menos de veinte metros, va de metros hoy la cosa. De medidas, de distancias, de cosas lejanas. Parece que quiere crecer por ahí el texto, bien, vayamos zanjando el sendero.
Buenos días puto mundo con el desayuno derritiéndose en la terraza del lago Ness, desayunando con los pies en la barandilla escuchando las batallas de un loco escocés con falda, con un inglés que narra whisky cada tres palabras.
Dilata las pupilas el paisaje que huele a libertad tras la ventana que hoy espera abierta, por si aparece el hada que quiera volver a blanco y negro tal postal de souvenir en cualquiera tienda, mientras, tostadas con bacon mientras el pato se atiborra a firmamento, café solo, huevos y salchichas culminan un desayuno completo. Los primeros coches despiertan los temblores de una carretera angosta mientras el sol se esconde tras alguna nube durante un instante hasta que de nuevo brilla, y el agua cubre la banda sonora de los pájaros que sube desde la orilla.
Todo hay y todo queda en este minimundo alejado de cualquier frontera, donde casi pueden inventarse nuevas leyes, nuevas reglas. Micro mundo que impostora de ganas de parar las horas y buscarle compañera al latido que acrecienta las ganas de fotografiar miradas, quietud, calma, libertad que desborda y respira por fin tras tanto tiempo buscando coartadas.
Las nueve de la mañana y todo pinta a mano de genio en los primeros trazos del día, tal vez las reglas sean hoy reescritas y aparezca ese alguien que de la vuelta a toda mi vida.
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